Hay momentos en la vida de una persona, en los que se necesita parar, dejar de planificar y refugiarse en si mismo, para sentir desde lo mas profundo de su ser.
Es en ese momento cuando haces un recorrido de las vivencias, experiencias; analizas tus sueños y llegas a una conclusión.
Hay momentos de la vida, en que el hombre necesita recordar, ver en qué se ha convertido, dónde quería ir y a dónde se ha dirigido.
Leyendo, recordando momentos y personas importantes de mi vida, encontré estas sabias palabras, en una carta:
“El hombre que no se refugia en si mismo, que vive, por así decirlo, en las habitaciones de enfrente, en el torbellino exterior de cosas y opiniones, realmente no tiene ninguna personalidad. Flota con la corriente, que no le conduce según los mas elevados principios; este hombre que no tiene ideales ni convicciones, es simplemente una pieza del mobiliario del mundo; algo que se hace mover, en lugar de un ser que vive y se mueve; un eco, no una voz. El hombre que no tiene vida interior es esclavo de lo que le rodea”
Entonces, ¿Qué soy? ¿Eco o Voz? … ¿Y tú?
La vida, las personas, los amores, el sufrimiento, las alegrías, las experiencias, …, todo ello me han enseñado a creer en la vida.
Alguien me dijo una vez:»tu» no podrás ser mejor que tus planes y que tus obras, pues «tú» eres el arquitecto y constructor de tu propia vida.
Y ahora se, que soy la voz de mi vida, yo marco mi rumbo, y desde mi madurez, se lo que soy, y quiero vivirlo a la perfección.
Ser lo que somos y convertirnos en lo que somos capaces de convertirnos, es el único objetivo de la vida.
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